Skip to content

La luz azul en tu piel

Nuestra piel envejece y dos son los tipos principales de factores que influyen en su envejecimiento: los intrínsecos, que tienen que ver con la manera en que funciona nuestro cuerpo (disminución de las hormonas, acortamiento de los teleómeros, acumulación de daño por los radicales libres que se forman durante la respiración, etc.) y los extrínsecos, que tienen que ver con la manera en que el ambiente afecta la piel.

En la actualidad contamos con ingredientes activos que pueden ayudar con ambos lados de la ecuación.
De los factores extrínsecos, la luz ultravioleta del sol (y las camas solares) son los más importantes. Cuando la luz UV llega a la piel genera especies reactivas de oxígeno (ROS *) y una serie de cambios bioquímicos provocan la degradación de proteínas como el colágeno y la elastina por proteasas, polisacáridos como el ácido hialurónico, destrucción de los lípidos que son cruciales para la supervivencia celular y daño al ADN, incluido el daño permanente de nuestras células madre de la piel.

Recientemente ha crecido el interés por una parte diferente del espectro lumínico, la luz azul, la luz visible que tiene casi tanta energía como la luz UV. La luz azul también puede penetrar tan profundamente como para alcanzar la capa de grasa que es tan importante para los cambios en la forma de nuestra cara que se van dando a medida que envejecemos.

La luz azul no solo está presente en el sol, sino que también es emitida por pantallas electrónicas como los monitores de computadora, las tablets y los teléfonos inteligentes. Las investigaciones muestran que los efectos de la luz azul no difieren mucho de los efectos de los rayos UV por lo que tiene sentido que busquemos soluciones similares para prevenir el daño causado por la luz azul y contamos con algunos productos excelentes.

El principal recurso para prevenir el daño producido por la luz UV son los antioxidantes, tanto de bajo como de alto peso molecular, porque nuestros propios sistemas antioxidantes pierden poder a medida que envejecemos. Reforzar nuestras propias proteínas antioxidantes, como la superóxido dismutasa, la glutaredoxina y la tiorredoxina debe ser una prioridad. Los avances en bioquímica hicieron posible la aplicación tópica de estas proteínas y, junto con el arsenal de antioxidantes habitual (vitamina C, vitamina E, astaxantina, etc.), nos ayudará a protegernos de los efectos nocivos de la luz azul en nuestra células.

En mi opinión, primero tenés que preocuparte por el efecto del sol en tu piel, luego por el efecto de pasar demasiadas horas en la computadora en tu cerebro y, por último, por el efecto de ese tiempo que pasás en la pantalla en tu piel. Pero esa es solo mi opinión.

Traducido por la Dra Cecilia Hidalgo