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“El principio precautorio y su aplicación en el cuidado de la piel”. ¿Suena a rebuscado? ¡No lo es!

¿Qué dice el principio precautorio? Aquí lo tenés, en Wikipedia. “El principio precautorio (o abordaje prudente o de precaución) es una estrategia para abordar problemas de daño potencial cuando se carece de un conocimiento científico amplio sobre el tema. Enfatiza la precaución, la pausa y la revisión previas a lanzarse a innovaciones que pueden resultar desastrosas. ” Aunque esto suena muy filosófico (y lo es), se puede aplicar a la vida cotidiana.

En la industria del cuidado de la piel, la novedad se vende como virtud, cuando en realidad es todo lo contrario. Los ingredientes más antiguos han acumulado más información sobre posibles efectos secundarios, y décadas de uso han mostrado que son seguros, y si no lo fueran, se los prohíbe o al menos se los regula. Pero la búsqueda humana de cosas mágicas es poderosa y esto es lo que se advierte en la publicidad de productos y dispositivos para el cuidado de la piel. Cuando se inventaron los LED (NT: por sus siglas en inglés, Light Emitting Diode, conocidos en castellano como Diodos Luminosos), la idea era usarlos donde pudieran ser útiles, ya sea por ahorro de dinero o por hacer un mejor trabajo que los dispositivos que reemplazaban. Hoy contamos con espectrofotómetros que usan LED: son más pequeños, más baratos y más rápidos. Pero pronto se introdujeron LED en todas partes, incluso en collares de fiesta vendidos por un dólar. Ahora están en todas partes y, por supuesto, han llegado al “cuidado” de la piel, no porque sean útiles (que no lo son) sino porque son baratos y nosotras, las mujeres, somos vistas como objetivos fáciles para la aceptación de novedades.

¿Estás pensando en usar LED en tu rostro porque alguien (que vende el dispositivo) dice que rejuvenecerá tu piel? Mejor pensalo bien: al mismo tiempo que una parte de la industria te vende LED para rejuvenecer tu piel sobre la base de absolutamente ninguna evidencia, otra parte te vende productos para que protejas tu piel de la luz azul de las pantallas!

La luz es una forma de energía. Aplicada a la piel, la luz se disipará como calor. No somos plantas, equipadas con una maquinaria magnífica que les permite transformar la energía de la luz en energía química (=comida) por un proceso denominado fotosíntesis. En nuestra piel, la luz es simplemente energía, y dependiendo de su longitud de onda (más alta en el ultravioleta, más baja en el infrarrojo) el daño que puede infligir en la piel variará.

Alguien en nuestro foro publicó compartió referencias a artículos científicos que exaltan el poder curativo de la luz en la piel, entre otras cuestiones. Esta persona no parecía haber leído los artículos, solo transmitió los títulos como prueba de su valor. Si los publicaron, deben ser buenos, ¿verdad? Pues No. Cuando veas una lista de publicaciones que supuestamente respaldan una cosa u otra, tené en cuenta que en estos días es fácil publicar investigaciones malas porque cualquiera puede pagar para que en alguna parte incluyan un artículo suyo. Atrás quedaron los días en que un salón colmado se reunían los científicos para escuchar a Isaac Newton discutiendo su teoría en la Royal Society de Londres antes de que su trabajo pudiera ser publicado. El lema de la Sociedad ahora es más relevante que nunca: “Nullius in verba”, que en latín significa “No tomes la palabra de nadie”, o “¡muéstrame la evidencia o deja de hablar!”.

Nota: siempre ha habido mala ciencia, pero ahora también se la puede publicar por unos pocos centavos. En estos días, aparentemente se  toma la palabra de cualquier celebridad que aparezca en Youtube dándonos recomendaciones de cómo debemos cuidar nuestra piel.

Te digo esto: ser científico implica ser capaz de leer un artículo científico y decidir si la calidad de la investigación justifica las conclusiones. ¡A menos que sepas mucho, no podés hacerlo!  Yo puedo, pero solo en un campo limitado de disciplinas.

Hay una gran diferencia entre estar abierto a la invención y la creatividad (que por cierto lo estoy) y ser imprudente (¡no lo somos!).

Recordá que: solo tenemos un rostro, un cuerpo, y debemos ser cuidadosos…

… cuando quieren “venderte” lo siguiente:

  • Dispositivos hogareños que producen calor.
  • Dispositivos hogareños que producen luz.
  • Hidroquinona
  • Fragancias
  • Extractos de plantas tóxicas / venenosas.
  • Protectores solares
  • Peróxido de benzoilo
  • Productos químicos sintéticos

Estas son las preguntas para hacer

  • ¿Puede el vendedor / proveedor probar un beneficio acorde con la cuestión a resolver y el costo?
  • ¿Qué tan peligrosa es la innovación?
  • ¿Cuán crítico es el problema que estás tratando de resolver? Curar un cáncer mortal justificaría correr riesgos que no tendrías que asumir por una arruga.
  • ¿Se puede reemplazar el nuevo ingrediente por un ingrediente menos peligroso  (o incluso “totalmente” seguro)?
  • ¿Vas a echar de menos la parte de tu cuerpo que pretendés destruir?
  • Además, tené en cuenta el medio ambiente. Si alguien está produciendo factor de crecimiento epidérmico en plantas, nos está poniendo en riesgo de hacer realidad lo que se lee en la novela “El día de los trífidos”.  O, sin llegar a tanto como la ciencia ficción, nos están poniendo en riesgo de contaminación genética.

 

NT: El día de los trífidos (1951), novela distrópica del británico John Wyndham en el que un biólogo estudia y cultiva trífidos, plantas grandes, carnívoras y venenosas, que terminan revelándose como criaturas peligrosas capaces de moverse, comunicarse y coordinarse.

Traducido por la Dra Cecilia Hidalgo